Desmontando el mito del macho alfa

El término macho alfa ha alcanzado gran popularidad en nuestro argot y expresiones, no solo cuando hablamos de forma coloquial de la conducta animal, también en campos como el coaching empresarial o el ligoteo rancio.

Desde César Millán hasta el youtuber misógino de turno reparte consejos basados en el concepto del macho alfa que mantiene y llega a su posición mediante la agresividad, pero ¿qué hay de cierto en los orígenes biológicos y la popularidad del mito del macho alfa? ¿es cierto que las relaciones grupales entre animales están monopolizadas por machos agresivos? ¿o tal vez en el reino animal el relato también ha sido monopolizado por una historia única?

El origen del mito del macho alfa

El término macho alfa se refiere al macho de mayor rango en un grupo de animales sociales. El término fue creado por Rudolf Schenkel, y popularizado por David Mech, ambos pioneros en el estudio de la ecología y el comportamiento de los lobos

Los primeros estudios de Mech fueron publicados en su obra «The Wolf: Ecology and Behavior of an Endangered Species», un libro de gran éxito que el propio David Mech ha intentado retirar sin éxito. Y es que tal y como admite el autor en numerosos textos y entrevistas, sus primeros estudios fueron en cautividad.

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Gorila espalda plateada – naturalworldsafaris.com

Años después realizaría estudios en estado silvestre donde vería que la mayoría de manadas de estos cánidos son grupos familiares, donde la «pareja alfa» no deja de ser otra cosa que la pareja reproductora. Mientras, los famosos lobos subordinados sobre los que el macho alfa dominaba eran sus crías…¡qué machote!

Y recalco lo de pareja alfa: parece que en esta narrativa del mito del macho alfa se nos ha olvidado que normalmente machos y hembras tienen jerarquías separadas y también hay hembras dominantes, en ocasiones sobre los propios machos. ¿Cuántas veces hemos escuchado el término «hembra alfa» al hablar del comportamiento animal?

Los machos alfas son los padres

Según palabras del propio Mech, «las manadas de lobos en estado silvestre son normalmente unidades familiares, en la que la pareja reproductora dirige las actividades del grupo y comparte el liderazgo mediante la división de tareas«. Entre las tareas que realizan las hembras de lobo destacan, por ejemplo, la defensa frente a intrusos o la obtención de alimento una vez sus crías ya comienzan a ser independientes.

De todas formas, las hembras de lobo no han necesitado a su pareja para lucirse; en 2012 falleció 832F, una famosa loba de Yellowstone que es considerada el lobo más famoso del mundo.

Pareja de lobos árticos – Fotografía de Scott Randall

Nate Blakeslee dedica un libro a este animal; en él menciona la espectacular capacidad de esta loba para derribar a los grandes ciervos de Yellowstone que muchos lobos tienden a esquivar, frente a presas menores como el ciervo de cola blanca.

Mech no solo intentó retirar su libro por errores en el comportamiento del lobo; el mito del macho alfa probablemente ha simplificado y caricaturizado al extremo a especies sociales como el lobo. ¿Qué pasaría si una de las especies que mayor conflicto causa con el hombre no fuese simplificada a la agresividad y la dominancia?

Así, el lobo es una especie donde empatía y altruismo tal vez tengan más protagonismo que la agresividad. ¿qué se puede esperar del cazador cooperativo por excelencia y origen del mejor amigo del hombre? No olvidemos que incluso chacales y geladas conviven sin conflictos, un ejemplo de la armonía que puede establecerse entre cánidos salvajes y estas manadas de primates en las cumbres de Etiopía.

 

La caída del patriarcado de Keekorok

Aunque hemos visto que en el lobo el mito del macho alfa apenas tiene aplicación, hay otras especies en las que esto si ocurre: los babuinos son unos primates altamente jerarquizados, donde la figura del macho alfa tiene una gran importancia y donde las agresiones de los machos tanto a individuos de bajo rango como a hembras para procrear son comunes.

Esta competitividad entre los machos lleva al infanticidio e incluso a ataques a hembras preñadas para provocar el aborto, tal y como descubrió el equipo de la bióloga Alice Baniel. Al igual que en otras especies de primate, las hembras de babuino tienen una hinchazón genital exagerada y prolongada en el tiempo que permite confundir a los machos respecto a la paternidad, lo que parece reducir en gran medida los infanticidios en estas especies.

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Babuino de Anubis – Fotografía de Yvonne de Jong y Tom Butynski

Pero en la tropa de Keekorok, estudiada en Kenia por el primatólogo Robert Sapolsky ocurrió algo sorprendente: los machos más agresivos y de mayor rango tomaron como botín un vertedero y consumieron carne infectada por tuberculosis, pereciendo al poco tiempo.

Sapolsky se sumió en duelo al ver como la picaresca de un complejo turístico había acabado con su trabajo de una década y con los animales que le habían acompañado…pero algo increíble pasó; este grupo de babuinos pasó de la noche a la mañana a estar formado por una gran proporción de hembras y de machos que estaban en posiciones bajas en la jerarquía.

Babuinos pacíficos o como las jerarquías cambian

En su libro «Memorias de un primate», Sapolsky narra como rápidamente este grupo de babuinos cambió la tradicional gestión agresiva de las relaciones sociales de esta especie por una mucho más tranquila, donde el acicalamiento y los comportamientos prosociales eran los que regían las relaciones sociales entre machos y hembras.

Cuando los machos de un grupo de babuinos se acercan a la madurez sexual, se van de su grupo y buscan otro, donde entran en la rutina de estos comportamientos agresivos. A este grupo también llegaron nuevos babuinos que venían de colonias más agresivas, pero rápidamente aprendieron las maneras de «Keekorok» y siguieron estas conductas prosociales.

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Babuinos acicalándose – Fotografía de Noah Snyder-Mackler

¿Y por qué ocurre esto? Resulta obvio que en muchas especies hay machos dominantes que compiten entre ellos; por tanto los «perdedores» suelen tener que migrar, mientras que las hembras permanecen en el grupo y tienen su propia jerarquía (muchas veces por herencia). Y en estas sociedades matrilineales con machos dispersantes, las hembras son las que permanecen en el grupo y por tanto las encargadas de mantener la cohesión social y los comportamientos culturales. 

Así, la tropa de babuinos de Keekorok registra ahora muchas menos agresiones, mucho más acicalamiento y niveles muy inferiores de estrés. El propio Sapolsky ha estudiado el estrés a muchos niveles y ha visto como este cambio cultural no solo redujo el estrés, también sus consecuencias negativas para la salud, como la hipertensión.

Como reza el propio Sapolsky en este fragmento de vídeo: Sí estos babuinos han cambiado su sociedad por una más pacífica e igualitaria en una generación…¿qué excusa tiene el hombre?

¿Líderes o tiranos?

Al igual que los babuinos, los chimpancés pueden cambiar la estructura y jerarquía de sus grupos. Son una de las especies con mayores variedades culturales; en Senegal la antropóloga americana Jill Pruetz descubrió el uso de lanzas en chimpancés, y como esto parece hacer a las hembras mucho más independientes en la caza, y por tanto hace a estos grupos de Senegal mucho más «igualitarios»: las hembras de esta «cultura chimpancé» protagonizan más la caza y se respetan más sus capturas.

Pero…¿cómo es normalmente un grupo de chimpancés? Normalmente, es cierto que en los chimpancés hay un macho alfa, pero este puede tener formas de gobierno más o menos conciliadoras. Este mismo año, el primatólogo Frans de Waal dió una gran charla sobre los machos alfa de chimpancé. Frans de Waal popularizó este término tras Mech, al incluirlo en su libro «Chimpanzee Politics«.

En su charla, de Waal menciona a Amos, un chimpancé que no solo consiguió ser el macho dominante: también un líder querido y respetado, que fue despedido con cariño tras caer enfermo. El caso contrario es un macho que lideró a los chimpancés senegaleses estudiados por Jill Pruetz: Foudouko, un macho alfa bastante agresivo que tras ser desterrado fue asesinado e incluso devorado por su propio grupo, algo muy raro en esta especie.

A female chimpanzee with baby becomes aggressive towards male interloper in Liberia. Picture: Dr Clive Bromhall.
Chimpancés realizando comportamientos agonísticos – Getty Images

Y es que en los chimpancés, el más gamberro y matón no siempre es el macho alfa, ya que muchas veces acceden al poder gracias a coaliciones. Es decir, las amistades cuentan para ser macho alfa, y en muchas ocasiones un macho débil con apoyos puede hacerse con el poder; esto fue descubierto por Jane Goodall y confirmado en otras especies, como en los macacos de Assam.

Así, los machos alfa más exitosos en los chimpancés son aquellos que comparten comida, juegan con las crías o consuelan tras las peleas; de hecho, estudios de la española Teresa Romero confirmaron que normalmente son las hembras de chimpancé las que más consuelan; pero esto cambia en los individuos dominantes, donde en los machos esta actividad aumenta considerablemente.

Un macho alfa de chimpancé ideal debe mantener la paz, no ser un gamberro: los jefes agresivos tienden a tener menos apoyos y más alzamientos en su contra, por lo que tienen más estrés y reinados más cortos.

El ingenio también cuenta para conseguir ser un macho alfa; un ejemplo es Mike, un macho alfa que tomó el poder durante 5 años en la comunidad de chimpancés de Kasakela, estudiada en Gombe por Jane Goodall. Mike no era el chimpancé más fuerte ni el que tenía mayores alianzas, pero comenzó a robar bidones del campamento de Goodall y los usó para hacer sus displays, lo que le hacía parecer más grande y ruidoso.

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Conducta pro-social en chimpancés – Getty Images

Vamos, que aunque es cierto que en muchas especies el macho alfa es quien lidera al grupo, el relato predominante ha dibujado un rol simplificado de las jerarquías del reino animal. 

Matriarcados que molan

Pero no solo hay especies donde la figura del macho alfa es una falsedad o donde el concepto tradicional se desdibuja: hay muchas especies donde el género que manda es la hembra.

Un ejemplo son los bonobos, esos primates tan cercanos a nosotros como el chimpancé: ¿podemos achacar su pacifismo únicamente a las conductas de la especie, o tiene algo que ver que sean gobernados por matriarcas? Aunque mucho más relajados que sus primos chimpancés, los machos de bonobo maltratan a las hembras o realizan displays al encontrarse con otros grupos.

Sin embargo, las hembras de bonobo traen la paz: se alían y apoyan contra los machos agresivos, o socializan con grupos ajenos mientras los machos se pavonean o se alejan de estas reuniones. 

Hay muchos ejemplos más de matriarcado que los del bonobo; por ejemplo, los elefantes basan su liderazgo en matriarcas de gran edad donde lo que de verdad importan son sus conocimientos. Vamos, que en los elefantes no solo es que mandan las hembras (mientras los machos se matan unos a otros durante el «musth»), es que además mandan las más maduras y sabias!

Algo similar ocurre en las orcas, donde la matriarca puede haber llegado perfectamente a la menopausia y comenzar su época dorada de reinado, una sociedad donde sus hijos permanecen en el grupo para continuar siendo guiados por su madre en la etapa adulta, y que según las investigaciones de Emma Foster y su equipo explicarían su alargada menopausia.

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Hiena manchada y crías – Fotografía de David Lloyd

Hay decenas de especies donde las hembras son el animal dominante: la mayoría de especies de lémur son un ejemplo de matriarcado, al igual que las hienas, donde los machos ocupan los últimos puestos en la jerarquía y son más pequeños y tranquilos que las hembras.

Mientras, son muchas las especies como el macaco de Gibraltar en la que los machos también tienen un gran protagonismo en la infancia de sus crías. Y como ya comentamos, son muchas las especies que aunque lideradas por un macho dominante, sorprenden por la organización e importancia de las hembras del grupo: un ejemplo son los leones, donde frente al macho que comete infanticidio tenemosleonas que comparten cuidados y deciden «en consenso», y donde la hembra tiene especial protagonismo en la defensa del grupo al igual que en muchas otras especies como el lobo, de forma similar a las mujeres guerreras que aparecen en numerosas culturas humanas.

La caricatura de que en los animales la única forma de organización es la de un macho dando golpes al resto ha hecho mucho daño: ha infravalorado a otras especies a nivel cognitivo y ha hecho que cometamos grandes errores entrenando a nuestras mascotas (no! tu perro no quiere convertirte en el macho beta, tal vez es que tú mismo has reforzado que se mee en el pasillo!).

Este mito del macho alfa incluso se ha usado para reforzar el machismo en nuestra sociedad; aplicada a personas, esta figura tiene aún menos sentido debido a la variedad de contextos sociales que vive la especie humana, y en donde alguien que domina en cierto contexto social puede ser dominado en otro.

Que nadie me malinterprete: la dominancia en el reino animal existe, y muchas veces es llevada por machos a través de agresiones y demostraciones de fuerza. Eso no quiere decir que no existan alternativas sociales y culturales en los distintos grupos animales; de hecho, muchos ejemplos como el de Keekorok o las cazadoras de Fongoli son cambios culturales que desafían al comportamiento imperante de la especie, y que muestran como la cultura en los animales puede modificar esas conductas que aparentemente se escriben en piedra.

Así que me parece que en el campo de la divulgación científica y la educación ambiental aún queda mucho trabajo por hacer. Por mi parte, seguiré intentando introducir este tipo de artículos dentro de la temática del blog pero con «perspectiva de género»…se agradecen comentarios y sugerencias! Y agradecer a un par de biólogas que han tenido la paciencia de leer este artículo antes de que se publicase y darme ideas chulísimas!

Bibliografía empleada:

  • Mech, L. D. (2000). Leadership in wolf, Canis lupus, packs. Canadian Field-Naturalist114(2), 259-263.
  • Furuichi, T. (2011). Female contributions to the peaceful nature of bonobo society. Evolutionary Anthropology: Issues, News, and Reviews20(4), 131-142.
  • Sapolsky, R. M. (2007). A primate’s memoir: a neuroscientist’s unconventional life among the baboons. Simon and Schuster.

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