Desmontando el mito del macho alfa

El término macho alfa ha alcanzado gran popularidad en nuestro argot y expresiones, no solo cuando hablamos de forma coloquial de la conducta animal, también en campos como el coaching empresarial o el ligoteo rancio.

Desde César Millán hasta el youtuber misógino de turno reparte consejos basados en el concepto del macho alfa que mantiene y llega a su posición mediante la agresividad, pero ¿qué hay de cierto en los orígenes biológicos y la popularidad del mito del macho alfa? ¿es cierto que las relaciones grupales entre animales están monopolizadas por machos agresivos? ¿o tal vez en el reino animal el relato también ha sido monopolizado por una historia única?

El origen del mito del macho alfa

El término macho alfa se refiere al macho de mayor rango en un grupo de animales sociales. El término fue creado por Rudolf Schenkel, y popularizado por David Mech, ambos pioneros en el estudio de la ecología y el comportamiento de los lobos

Los primeros estudios de Mech fueron publicados en su obra «The Wolf: Ecology and Behavior of an Endangered Species», un libro de gran éxito que el propio David Mech ha intentado retirar sin éxito. Y es que tal y como admite el autor en numerosos textos y entrevistas, sus primeros estudios fueron en cautividad.

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Gorila espalda plateada – naturalworldsafaris.com

Años después realizaría estudios en estado silvestre donde vería que la mayoría de manadas de estos cánidos son grupos familiares, donde la «pareja alfa» no deja de ser otra cosa que la pareja reproductora. Mientras, los famosos lobos subordinados sobre los que el macho alfa dominaba eran sus crías…¡qué machote!

Y recalco lo de pareja alfa: parece que en esta narrativa del mito del macho alfa se nos ha olvidado que normalmente machos y hembras tienen jerarquías separadas y también hay hembras dominantes, en ocasiones sobre los propios machos. ¿Cuántas veces hemos escuchado el término «hembra alfa» al hablar del comportamiento animal?

Los machos alfas son los padres

Según palabras del propio Mech, «las manadas de lobos en estado silvestre son normalmente unidades familiares, en la que la pareja reproductora dirige las actividades del grupo y comparte el liderazgo mediante la división de tareas«. Entre las tareas que realizan las hembras de lobo destacan, por ejemplo, la defensa frente a intrusos o la obtención de alimento una vez sus crías ya comienzan a ser independientes.

De todas formas, las hembras de lobo no han necesitado a su pareja para lucirse; en 2012 falleció 832F, una famosa loba de Yellowstone que es considerada el lobo más famoso del mundo.

Pareja de lobos árticos – Fotografía de Scott Randall

Nate Blakeslee dedica un libro a este animal; en él menciona la espectacular capacidad de esta loba para derribar a los grandes ciervos de Yellowstone que muchos lobos tienden a esquivar, frente a presas menores como el ciervo de cola blanca.

Mech no solo intentó retirar su libro por errores en el comportamiento del lobo; el mito del macho alfa probablemente ha simplificado y caricaturizado al extremo a especies sociales como el lobo. ¿Qué pasaría si una de las especies que mayor conflicto causa con el hombre no fuese simplificada a la agresividad y la dominancia?

Así, el lobo es una especie donde empatía y altruismo tal vez tengan más protagonismo que la agresividad. ¿qué se puede esperar del cazador cooperativo por excelencia y origen del mejor amigo del hombre? No olvidemos que incluso chacales y geladas conviven sin conflictos, un ejemplo de la armonía que puede establecerse entre cánidos salvajes y estas manadas de primates en las cumbres de Etiopía.

 

La caída del patriarcado de Keekorok

Aunque hemos visto que en el lobo el mito del macho alfa apenas tiene aplicación, hay otras especies en las que esto si ocurre: los babuinos son unos primates altamente jerarquizados, donde la figura del macho alfa tiene una gran importancia y donde las agresiones de los machos tanto a individuos de bajo rango como a hembras para procrear son comunes.

Esta competitividad entre los machos lleva al infanticidio e incluso a ataques a hembras preñadas para provocar el aborto, tal y como descubrió el equipo de la bióloga Alice Baniel. Al igual que en otras especies de primate, las hembras de babuino tienen una hinchazón genital exagerada y prolongada en el tiempo que permite confundir a los machos respecto a la paternidad, lo que parece reducir en gran medida los infanticidios en estas especies.

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Babuino de Anubis – Fotografía de Yvonne de Jong y Tom Butynski

Pero en la tropa de Keekorok, estudiada en Kenia por el primatólogo Robert Sapolsky ocurrió algo sorprendente: los machos más agresivos y de mayor rango tomaron como botín un vertedero y consumieron carne infectada por tuberculosis, pereciendo al poco tiempo.

Sapolsky se sumió en duelo al ver como la picaresca de un complejo turístico había acabado con su trabajo de una década y con los animales que le habían acompañado…pero algo increíble pasó; este grupo de babuinos pasó de la noche a la mañana a estar formado por una gran proporción de hembras y de machos que estaban en posiciones bajas en la jerarquía.

Babuinos pacíficos o como las jerarquías cambian

En su libro «Memorias de un primate», Sapolsky narra como rápidamente este grupo de babuinos cambió la tradicional gestión agresiva de las relaciones sociales de esta especie por una mucho más tranquila, donde el acicalamiento y los comportamientos prosociales eran los que regían las relaciones sociales entre machos y hembras.

Cuando los machos de un grupo de babuinos se acercan a la madurez sexual, se van de su grupo y buscan otro, donde entran en la rutina de estos comportamientos agresivos. A este grupo también llegaron nuevos babuinos que venían de colonias más agresivas, pero rápidamente aprendieron las maneras de «Keekorok» y siguieron estas conductas prosociales.

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Babuinos acicalándose – Fotografía de Noah Snyder-Mackler

¿Y por qué ocurre esto? Resulta obvio que en muchas especies hay machos dominantes que compiten entre ellos; por tanto los «perdedores» suelen tener que migrar, mientras que las hembras permanecen en el grupo y tienen su propia jerarquía (muchas veces por herencia). Y en estas sociedades matrilineales con machos dispersantes, las hembras son las que permanecen en el grupo y por tanto las encargadas de mantener la cohesión social y los comportamientos culturales. 

Así, la tropa de babuinos de Keekorok registra ahora muchas menos agresiones, mucho más acicalamiento y niveles muy inferiores de estrés. El propio Sapolsky ha estudiado el estrés a muchos niveles y ha visto como este cambio cultural no solo redujo el estrés, también sus consecuencias negativas para la salud, como la hipertensión.

Como reza el propio Sapolsky en este fragmento de vídeo: Sí estos babuinos han cambiado su sociedad por una más pacífica e igualitaria en una generación…¿qué excusa tiene el hombre?

¿Líderes o tiranos?

Al igual que los babuinos, los chimpancés pueden cambiar la estructura y jerarquía de sus grupos. Son una de las especies con mayores variedades culturales; en Senegal la antropóloga americana Jill Pruetz descubrió el uso de lanzas en chimpancés, y como esto parece hacer a las hembras mucho más independientes en la caza, y por tanto hace a estos grupos de Senegal mucho más «igualitarios»: las hembras de esta «cultura chimpancé» protagonizan más la caza y se respetan más sus capturas.

Pero…¿cómo es normalmente un grupo de chimpancés? Normalmente, es cierto que en los chimpancés hay un macho alfa, pero este puede tener formas de gobierno más o menos conciliadoras. Este mismo año, el primatólogo Frans de Waal dió una gran charla sobre los machos alfa de chimpancé. Frans de Waal popularizó este término tras Mech, al incluirlo en su libro «Chimpanzee Politics«.

En su charla, de Waal menciona a Amos, un chimpancé que no solo consiguió ser el macho dominante: también un líder querido y respetado, que fue despedido con cariño tras caer enfermo. El caso contrario es un macho que lideró a los chimpancés senegaleses estudiados por Jill Pruetz: Foudouko, un macho alfa bastante agresivo que tras ser desterrado fue asesinado e incluso devorado por su propio grupo, algo muy raro en esta especie.

A female chimpanzee with baby becomes aggressive towards male interloper in Liberia. Picture: Dr Clive Bromhall.
Chimpancés realizando comportamientos agonísticos – Getty Images

Y es que en los chimpancés, el más gamberro y matón no siempre es el macho alfa, ya que muchas veces acceden al poder gracias a coaliciones. Es decir, las amistades cuentan para ser macho alfa, y en muchas ocasiones un macho débil con apoyos puede hacerse con el poder; esto fue descubierto por Jane Goodall y confirmado en otras especies, como en los macacos de Assam.

Así, los machos alfa más exitosos en los chimpancés son aquellos que comparten comida, juegan con las crías o consuelan tras las peleas; de hecho, estudios de la española Teresa Romero confirmaron que normalmente son las hembras de chimpancé las que más consuelan; pero esto cambia en los individuos dominantes, donde en los machos esta actividad aumenta considerablemente.

Un macho alfa de chimpancé ideal debe mantener la paz, no ser un gamberro: los jefes agresivos tienden a tener menos apoyos y más alzamientos en su contra, por lo que tienen más estrés y reinados más cortos.

El ingenio también cuenta para conseguir ser un macho alfa; un ejemplo es Mike, un macho alfa que tomó el poder durante 5 años en la comunidad de chimpancés de Kasakela, estudiada en Gombe por Jane Goodall. Mike no era el chimpancé más fuerte ni el que tenía mayores alianzas, pero comenzó a robar bidones del campamento de Goodall y los usó para hacer sus displays, lo que le hacía parecer más grande y ruidoso.

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Conducta pro-social en chimpancés – Getty Images

Vamos, que aunque es cierto que en muchas especies el macho alfa es quien lidera al grupo, el relato predominante ha dibujado un rol simplificado de las jerarquías del reino animal. 

Matriarcados que molan

Pero no solo hay especies donde la figura del macho alfa es una falsedad o donde el concepto tradicional se desdibuja: hay muchas especies donde el género que manda es la hembra.

Un ejemplo son los bonobos, esos primates tan cercanos a nosotros como el chimpancé: ¿podemos achacar su pacifismo únicamente a las conductas de la especie, o tiene algo que ver que sean gobernados por matriarcas? Aunque mucho más relajados que sus primos chimpancés, los machos de bonobo maltratan a las hembras o realizan displays al encontrarse con otros grupos.

Sin embargo, las hembras de bonobo traen la paz: se alían y apoyan contra los machos agresivos, o socializan con grupos ajenos mientras los machos se pavonean o se alejan de estas reuniones. 

Hay muchos ejemplos más de matriarcado que los del bonobo; por ejemplo, los elefantes basan su liderazgo en matriarcas de gran edad donde lo que de verdad importan son sus conocimientos. Vamos, que en los elefantes no solo es que mandan las hembras (mientras los machos se matan unos a otros durante el «musth»), es que además mandan las más maduras y sabias!

Algo similar ocurre en las orcas, donde la matriarca puede haber llegado perfectamente a la menopausia y comenzar su época dorada de reinado, una sociedad donde sus hijos permanecen en el grupo para continuar siendo guiados por su madre en la etapa adulta, y que según las investigaciones de Emma Foster y su equipo explicarían su alargada menopausia.

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Hiena manchada y crías – Fotografía de David Lloyd

Hay decenas de especies donde las hembras son el animal dominante: la mayoría de especies de lémur son un ejemplo de matriarcado, al igual que las hienas, donde los machos ocupan los últimos puestos en la jerarquía y son más pequeños y tranquilos que las hembras.

Mientras, son muchas las especies como el macaco de Gibraltar en la que los machos también tienen un gran protagonismo en la infancia de sus crías. Y como ya comentamos, son muchas las especies que aunque lideradas por un macho dominante, sorprenden por la organización e importancia de las hembras del grupo: un ejemplo son los leones, donde frente al macho que comete infanticidio tenemosleonas que comparten cuidados y deciden «en consenso», y donde la hembra tiene especial protagonismo en la defensa del grupo al igual que en muchas otras especies como el lobo, de forma similar a las mujeres guerreras que aparecen en numerosas culturas humanas.

La caricatura de que en los animales la única forma de organización es la de un macho dando golpes al resto ha hecho mucho daño: ha infravalorado a otras especies a nivel cognitivo y ha hecho que cometamos grandes errores entrenando a nuestras mascotas (no! tu perro no quiere convertirte en el macho beta, tal vez es que tú mismo has reforzado que se mee en el pasillo!).

Este mito del macho alfa incluso se ha usado para reforzar el machismo en nuestra sociedad; aplicada a personas, esta figura tiene aún menos sentido debido a la variedad de contextos sociales que vive la especie humana, y en donde alguien que domina en cierto contexto social puede ser dominado en otro.

Que nadie me malinterprete: la dominancia en el reino animal existe, y muchas veces es llevada por machos a través de agresiones y demostraciones de fuerza. Eso no quiere decir que no existan alternativas sociales y culturales en los distintos grupos animales; de hecho, muchos ejemplos como el de Keekorok o las cazadoras de Fongoli son cambios culturales que desafían al comportamiento imperante de la especie, y que muestran como la cultura en los animales puede modificar esas conductas que aparentemente se escriben en piedra.

Así que me parece que en el campo de la divulgación científica y la educación ambiental aún queda mucho trabajo por hacer. Por mi parte, seguiré intentando introducir este tipo de artículos dentro de la temática del blog pero con «perspectiva de género»…se agradecen comentarios y sugerencias! Y agradecer a un par de biólogas que han tenido la paciencia de leer este artículo antes de que se publicase y darme ideas chulísimas!

Bibliografía empleada:

  • Mech, L. D. (2000). Leadership in wolf, Canis lupus, packs. Canadian Field-Naturalist114(2), 259-263.
  • Furuichi, T. (2011). Female contributions to the peaceful nature of bonobo society. Evolutionary Anthropology: Issues, News, and Reviews20(4), 131-142.
  • Sapolsky, R. M. (2007). A primate’s memoir: a neuroscientist’s unconventional life among the baboons. Simon and Schuster.

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El valor de una infancia primate

Una gran parte de los animales necesitamos ayuda de nuestros progenitores a la hora de sobrevivir durante los primeros meses de vida en mayor o menor medida.

En la mayoría de casos, este apoyo se reduce a los cuidados durante la lactancia; sin embargo, la relación con nuestros progenitores en el caso de los primates es una de las más estrechas del reino animal, prueba de ello son los múltiples casos de luto de madres que pierden a sus crías

Y es que mientras que muchas especies de animales pasan a gran velocidad del destete a la madurez sexual, los primates poseemos una infancia y un período juvenil largos y vitales para nuestra subsistencia futura.

La «lenta» vida de los primates

Es importante señalar que en comparación con el resto de animales e incluso de mamíferos, los primates poseemos uno de los ciclos vitales más lentos del reino animal, y por ende, la infancia primate es de las más largas. Tenemos pocos hijos y tardamos en tenerlos, tardamos en crecer, en madurar sexualmente, en aprender a desenvolvernos; en definitiva, los primates vivimos «lentamente».

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Fotografía de Paul Souders

Los primates tenemos menos crías que otras especies animales, pero también invertimos mucho más tiempo en cada una de ellas: por ejemplo, un chimpancé apenas llegaría a las siete crías en toda su vida —algo que ya es raro— frente a las miles que puede tener una coneja.

El destete también tendrá enormes diferencias —dejamos de mamar, que no de depender—, mientras que un conejo deja de mamar a las tres semanas, un chimpancé lo hará a los cinco años.

Además, nuestros períodos de aprendizaje y socialización previos a la madurez sexual son mucho mayores que en la mayoría de especies de mamíferos, lo que aumenta los períodos críticos de aprendizaje: Sí, eso que sale en las películas de que los patos creen que lo primero que ven es su padre —bendito Konrad Lorenz seguido por decenas de patos—, en nuestro caso es un período mucho más largo.

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Fotografía de Eugenio Fernández

Y es que los primates no solo tenemos un destete alargado, también tenemos una infancia primate, es decir, un período juvenil previo a la madurez sexual, mucho mayor que en otras especies. Por ejemplo, los bonobos y los humanos prácticamente compartimos la edad a la que podemos reproducirnos por primera vez.

Durante esta etapa juvenil estableceremos lazos sociales, no solo con nuestros progenitores, sino con otros miembros del grupo. Las relaciones entre primates son la principal forma de aprendizaje frente a un componente mucho más instintivo en otras especies.

De hecho, no debemos olvidar que la relación con nuestras madres no es la única que importa. Padres, hermanas y otros miembros del grupo también participan en la infancia primate de muchas especies: mientras que los hermanos de algunas especies de mono tití son vitales para la crianza, los padres de macaco de Gibraltar participan activamente en ella de igual manera.

Tenemos pocos hijos y tardamos en tenerlos, tardamos en crecer, en madurar sexualmente, en aprender a desenvolvernos; en definitiva, los primates vivimos «lentamente».

Las madres de alambre de Harlow

La importancia de esta relación y de estos períodos es de sobra conocida, gracias a varios experimentos realizados entre los 60 y 70, que evidenciaron las numerosas consecuencias de la privación de estímulos y relaciones durante estas etapas.

En estos experimentos, que hoy en día son considerados una de las mayores torturas a las que hemos llevado a nuestros primos, Harlow demostró en su laboratorio de la universidad de Winsconsin que la privación de contacto con otros primates y particularmente con sus madres producía efectos muy dañinos en estos monos.

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Fotografía de los experimentos de Harry Harlow

En el laboratorio de Harlow, los macacos podían verse unos a otros pero no podían tocarse al estar separados por cristales. El aislamiento de sus madres nada más nacer y de sus compañeros producía autolesiones y estereotipias varias, pero es especialmente trágico uno de aquellos experimentos.

En uno de los estudios, los infantes tenían dos «madres» para escoger: una de ellas era de alambre y tenía un biberón, mientras que la otra era de fieltro y tenía un lejano, relativo e insultante parecido a un mono.

En la mayoría de los casos las crías elegían a la madre de fieltro que no les proporcionaba alimento y se aferraban a ella, aunque eso les hiciera pasar hambre; para hacernos una idea, Harlow llegó a aislar a crías de primate hasta incluso dos años.

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Fotografía de los experimentos de Harry Harlow

Por desgracia, los experimentos realizados en este laboratorio eran numerosos; uno de ellos fue llamado pozo de la desesperación y consistía en introducir a los pequeños monos en una cámara de acero en total soledad durante semanas. Este aislamiento causaba enormes traumas en los pequeños primates.

Los monos terapeutas de Harlow

Tras salir del pozo de la desesperación, se les asignaba un mono terapeuta, que no había sido criado en estas condiciones, el cual ayudaba a los animales que salían del pozo a recuperarse —en un estado emocional lamentable— a través de grooming, abrazos y en definitiva, relaciones sociales.

Aún así, los monos terapeutas no serían 100% efectivos en los casos de aislamiento más graves, dado que parte del desarrollo final del cerebro de los mamíferos es post-parto, y el tremendo estrés que sufrieron estos animales puede incluso afectar a la maduración del sistema nervioso.

Los estudios de Harlow también demostraron que aunque la relación con las madres era vital, la compañía de otros primates de la misma edad era más que útil para que los monos aislados salieran de su trauma.

Fotografía de Gorilla Doctors

Una de las consecuencias más conocidas de los experimentos de Harlow fue el cambio en el trato a los bebes internados en hospitales y hospicios, que desarrollaban problemas de comportamiento similares al estar faltos de contacto y afecto, entrando en juego las casas de acogida.

Actualmente, también numerosos primates huérfanos se benefician de estos descubrimientos —y del sentido común de gente con empatía hacia otras especies— y los grandes simios que se quedan sin madre debido al tráfico ilegal o al bushmeat son criados por matronas.

Aunque es parte de su condena, gracias a este período alargado de aprendizaje a través de juego e imitación, muchos de estos santuarios y proyectos han conseguido que estos huérfanos puedan vivir en semilibertad. Por desgracia, muchos son recuperados en la edad adulta, tras un gran proceso de humanización.

Infancia primate y habilidades sociales

Uno de estos santuarios es el conocido Lola ya Bonobo, en la República del Congo. Allí, Zanna Clay y Frans de Waal realizaron un estudio que recuerda al de Harlow, pero que fue radicalmente más ético. 

Y es que por suerte o por desgracia, ya no hay que torturar animales para estudiar estas cosas, porque se rehabilitan cientos de ellos que ya han sido traumatizados, no por el bien de la ciencia sino por el egoísmo humano.

En el caso de los bonobos, entre otras cosas se estudió como estos primates se consuelan unos a otros, de forma similar a los «monos terapeutas» de Harlow, de enorme utilidad ante huérfanos que han visto a sus padres ser masacrados.

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Fotografía de Thomas Lohnes

Se observó que si bien los bonobos jóvenes eran más empáticos, la mayor diferencia era entre los huérfanos y aquellos que habían sido criados por su madre: Los bonobos que habían sido criados por su madre eran tres veces más dados a consolar a otros bonobos; mientras que en muchas ocasiones, la respuesta de los huérfanos era unirse al llanto o evadir la situación.

También se comprobó que los simios huérfanos eran ligeramente más dados a continuar llantos o rabietas y eran menos capaces de controlarse y relajarse; pero uno de los resultados más chocantes es que los huérfanos juegan con otros la mitad de tiempo que los bonobos criados por sus madres, que tenían hasta tres veces más amigos.

Orphan chimpanzee Kindu. Image courtesy of Lwiro Primates. www.lwiroprimates.org
Fotografía de Lwiro Primates

Por supuesto, una maternidad deficiente puede tener también malas consecuencias para las crías aunque estas no sean huérfanas. Es por ello que en muchos centros las matronas no solo sirven para cuidar huérfanos, sino para que las madres aprendan a cuidar a sus crías.

Un ejemplo de esto es la torpeza o incluso maltrato que algunos macacos rhesus realizan sobre sus crías, que parece estar directamente relacionado con las experiencias tempranas de las madres.

Los bonobos que habían sido criados por su madre eran tres veces más dados a consolar a otros bonobos; mientras que en muchas ocasiones, la respuesta de los huérfanos era unirse al llanto o evadir la situación.

No robemos más infancias

Este tema que hemos tratado es para mí uno de los principales argumentos que nos puede ayudar a concienciar contra la explotación de primates en diversos ámbitos donde se les priva de estos estímulos tan necesarios.

Especialmente en el mascotismo, pues tal vez demasiadas especies pueden ser mascota en nuestro país, y los primates sean los primeros a los que debemos blindar de esta amenaza, y alejarlos de nuestras casas.

Por desgracia, para que un primate actúe en el cine o sea tu feliz mascota, es necesario arrebatarle estos períodos críticos de los que hemos estado hablando: lo cierto es que cientos de personas siguen emulando inconscientemente los crueles experimentos de Harlow, otro peligro de no entender a los animales.

El aprendizaje con miembros de su especie es sustituido por el aprendizaje humano: en el peor de los casos, la falta de cuidados puede llevarle a la misma tortura a la que les sometió este científico americano.

En el mejor de los casos, estaremos humanizando a este animal, y estará condenado a carecer de las habilidades sociales que necesita uno de estos animales para tener una vida digna.

Y es que la mayoría de estos animales acaban siendo abandonados, y la rehabilitación se hace cuesta arriba y muy complicada, pues no sabrán comportarse entre los de su especie.

Porque cuando fomentamos su uso en películas o los compramos por internet, les estamos robando muchas cosas: les robamos su lenguaje, su personalidad silvestre y su infancia. Por suerte, existen cientos de centros tanto en España como en otras partes del mundo que intentan reparar los daños del ser humano en las mentes de estos animales.

Igualmente, el aislamiento de estos animales para dar facilidades en la experimentación animal es también uno de los temas más graves a este respecto, y debería preocuparnos más los estímulos sociales y ambientales que tienen estos animales que la propia experimentación en sí.

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Fotografía de Eugenio Fernández

Los primates somos un grupo de animales muy particular: mientras que una tortuga verde nunca conocerá a su madre y nacerá a cientos de kilómetros de ella, una cría de orangután pasará pegada a su madre cinco años. 

Y mientras que muchas especies pasarán años en soledad, cruzándose solo con otros individuos de su especie para copular, nosotros somos animales sociales que no podemos renunciar al contacto con otros: el aislamiento y la humanización se convierte, para los primates, en uno de los más duros casos de maltrato animal.

Somos un grupo de animales con el privilegio de una infancia que nos permite descubrir el mundo con inocencia y sin prejuicios. Atesoremos los recuerdos de la infancia que nos hacen hoy quienes somos, y recordemos que ocurre de igual manera con otras especies.  Y es que tal vez respetar la infancia sea otro «deber con la fauna silvestre» que estamos obviando.

 


 

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El peligro de no entender a los animales

Todos los animales emiten información de forma constante a través de vocalizaciones, colores o posiciones. Sin embargo, muchas veces malinterpretamos esa información, y eso repercute en el bienestar de esos animales y en el nuestro.

Hace poco, en mi cumpleaños me hicieron una sorpresa con tarjetas en las que salían chimpancés «graciosos». Mi amiga, con la mejor intención del mundo, eligió una foto de uno de estos primates, mostrando toda su dentición, de forma similar a una sonrisa humana. Al ver la tarjeta, tuve sentimientos encontrados. Por un lado, un detalle que no olvidaré, pero por otro la sensación que da una foto que representa un sentimiento en las antípodas de lo intencionado.

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La imagen en cuestión – Autoría desconocida

No es algo anormal, de hecho, la misma imagen que utilizó mi amiga para ilustrar la tarjeta aparece en miles de webs, entre ellas, algunas de divulgación científica seria. Y es que incluso especies tan cercanas a nosotros tienen un lenguaje distinto al nuestro, y para ellos, el mostrar toda la dentición suele significar miedo o tristeza. Y este es uno de los peores ejemplos de las consecuencias de no comprender a los animales: Primates actores entrenados, para entre otras cosas, poner una expresión que nos resulta graciosa pero que significa miedo. ¿Cómo se consigue que un animal salvaje exprese miedo mediante el entrenamiento? Creo que no hace falta dar muchos detalles.

No entendemos a los animales. Por eso se hace muy difícil hablar en su nombre. Y fruto de ese desconocimiento existen múltiples consecuencias, principalmente para el bienestar y conservación de especies silvestres y nuestra relación con estas. Otro caso sería el mascotismo: Comportamientos anormales de mascotas «particulares» se vuelven virales, porque al desconocer su verdadero significado nos resultan graciosos; un claro ejemplo es el comportamiento defensivo del loris lento.

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Macaco de Gibraltar con cara de pocos amigos – Fotografía de Stephanie Piri

Pero el no entender a otras especies también tiene consecuencias directas para nosotros. De hecho, esta es una de las principales razones de ataques de animales silvestres a personas, pues normalmente todo conflicto con estos animales viene precedido de avisos por parte de estos, en forma de expresiones faciales o corporales. Sin embargo, las solemos ignorar, como bien señala un estudio reciente de la universidad de Lincoln, donde se demuestra que confundimos un aviso amenazante de un macaco con que nos lanzan un beso. A esto están acostumbradas muchas ONG que trabajan con este tipo de animales, como BMAC, una asociación conservacionista que trabaja con el macaco de Berbería. Desde BMAC, opinan que «Cuando invertimos tiempo entre animales salvajes, tenemos la responsabilidad de intentar entenderles, al igual que hacemos con otras personas para evitar estresarles. Aprender unas pocas expresiones faciales sencillas puede hacer una enorme diferencia positiva cuando observamos a estos animales».

En otras ocasiones, malinterpretar a estos animales no nos lleva a un peligro directo, pero sí al estrés del animal. Es el caso de aquellos centros que mantienen animales salvajes en cautividad, ya sean santuarios o zoológicos. Reírnos o imitar a los animales al otro lado de la barrera no suele ser lo más respetuoso, y puede hacer más difícil la vida de los animales del centro y de la gente a su cargo. La ignorancia lleva a hacer muecas a primates o a agacharnos de espaldas ante un tigre esperando despertar en él comportamientos de depredador. También pensamos que un animal se sorprende por un truco de magia cuando en realidad le estamos molestando, o que un chimpancé lanzándonos cosas es gracioso.

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Imagen de «Proyecto Nim»

Por último, esta el caso inverso. En lugar de pensar que un animal esta alegre cuando está estresado, a veces pasa al revés. Y esto ya es un comentario personal: He colaborado con algún centro que acoge animales decomisados, y no sabéis lo que fastidia estar meses cuidando de animales que han sido maltratados por el ser humano, y que te venga el listo de turno (muchas ves tras haberse reído un rato del animal y que le expliques todo esto) a decirte «Ya…si se les ve tan tristes. Pobres». Por favor, intentemos no hablar en nombre de animales y especies que no conocemos, porque a veces puede resultar ofensivo o incluso peligroso. Tal vez, en lugar de hablar tanto en su nombre, deberíamos empezar a aprender a escucharles.

 


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Lo que no nos hace humanos: Luto

Entre las habilidades cognitivas complejas más llamativas para el ser humano en otras especies, destaca la consciencia de la muerte y el luto; principalmente documentado en grandes simios, mediante las reacciones de individuos ante la muerte de congéneres; sin embargo, día a día se encuentran casos similares en otros animales más alejados de nosotros en la escala evolutiva. Como recordaréis, en «Lo que no nos hace humanos» busco traer características tradicionalmente asociadas al hombre y al que se atribuye su exclusividad, en este caso, hablamos de luto como «respuesta comportamental a la muerte», no de vestir de negro y realizar funerales, si bien hay animales que presentan comportamientos que podrían tratarse como ritos.

Recientemente uno de estos encuentras se ha dado en una pareja de langures dorados de nariz chata (Rhinopithecus roxellana), que fueron observados en la reserva natural nacional de Zhouzhi (China). Durante la jornada de campo, la hembra “DM” mostraba signos de debilidad, resultando finalmente fallecida. La secuencia de acontecimientos sucedió durante la observación, por parte de investigadores de la Universidad de Kyoto (Japón), de un grupo de 150 monos de esta especie en la reserva natural nacional de Zhouzhi (China). 

Ejemplar de R. roxellana. Fotografía de David Blank

Durante el estudio, los expertos percibieron que, en un subgrupo, una hembra apodada “DM”, reaparecía tras 3 días, presentando epistaxis (sangrado por la nariz) y signos de debilidad. Un macho del grupo conocido como “ZBD” se acercó donde esta yacía, tocando su mano dos veces de forma suave, mientras realizaba advertencias al resto de los miembros del grupo.

Posteriormente “DM” subía a un árbol, siendo seguida por “ZBD”. Tras unos minutos de acicalamiento. Tras esto, “DM” se precipita al vacío, recibiendo una contusión que la deja en estado crítico. Los miembros del grupo realizaron vocalizaciones de alarma y descendieron para rodear a “DM”, y durante 50 minutos rodearon el cadáver para inspecionar a la hembra, olerla, realizar grooming (acicalamiento con importancia social en primates), abrazarla y agarrárla del brazo con delicadeza.

Poco a poco, algunos miembros del grupo fueron alejándose del cuerpo de “DM”, mientras que otras hembras adultas y “ZBD” permanecían a su alrededor. Las hembras realizaron grooming entre ellas mientras que “ZBD” continuó realizando miradas, toques y gromming a “DM”, que finalmente falleció. “ZBD” permaneció con el cuerpo sin vida durante varios minutos, continuando con la misma actitud. Finalmente se aleja del cadáver de “DM”, realizando miradas de forma esporádica, para posteriormente sentarse a la orilla del río, observando tanto al grupo como a su compañera fallecida. Tras su marcha, los investigadores quemaron el cuerpo, sin embargo, el grupo retornó al lugar del fallecimiento, donde “ZBD” permaneció varios minutos.

No es el único caso; miembros de otros grupos taxonómicos han demostrado tener comportamientos que podrían significar algún tipo de duelo. El caso más conocido es el de los elefantes, los cuales inspeccionan durante largos periodos los cadáveres de otros miembros de la especie, hasta el punto de volver varias veces al esqueleto de un compañero fallecido. En ese sentido os recomiendo el documental «El alma del elefante» que trata de esta especie, enfocando la obra en dicho comportamiento de luto.

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Elefante asiático en Tailandia. Fotografía de Alexander Klink

 

Como se comentaba al principio, el luto y la reacción a la muerte de miembros del grupo ha sido bastante documentada en los grandes simios, especialmente en chimpancés, comenzando por el registro de las reacciones de Flint a la muerte de su madre Flo, hecho observado por Jane Goodall en 1972. Existen otras especies que muestran luto, entre ellas algunos cetáceos (y apostaría a que la inmensa mayoría de ellos simplemente es que no está documentado). Se han registrado muchos casos donde los delfines arrastran a sus crías muertas durante horas antes de dejar que se hundan en el océano. El mismo comportamiento se ha visto en orcas.

Como en muchas ocasiones en el campo de la etología, el excepticismo esgrime como arma el antropomorfismo. Pero lo cierto es que, a pesar de la dificultad de medir niveles hormonales ante situaciones improvistas como puede ser la muerte de un miembro del grupo, la bióloga Anne Engh comprobó la subida de glucocorticoides (hormonas relacionadas con el estrés) en los miembros de un grupo de papiones del delta del Okavango, tras la muerte de una de las hembras del grupo (Engh et al. 2006), vamos, que demostró de forma científica que la muerte de este ejemplar generó estrés en el grupo.

Reacción ante la muerte de un chimpancé en Camerún. Fotografía de Monica Szczupider

Aún así, aún se desconocen todos los múltiples factores que pueden influir en la respuesta a la muerte, como pueden ser la propia circunstancia de la muerte, factores culturales o la relación social entre los miembros del grupo. Así, por ejemplo, Ian Douglas-Hamilton registró un fenómeno de luto en elefantes en el que solo participaron hembras de diferentes familias, pero ningún macho.

Lo que está cada vez más claro es que la empatía hacia otros congéneres fallecidos con los que se guardaba un vínculo no es exclusiva del ser humano, y cada día, parece ampliarse más el abanico de especies que sufren respuestas similares a las nuestras ante procesos traumáticos como la muerte de otro animal. Queda en mano de los etólogos un estudio exhaustivo de estos eventos para continuar rompiendo las barreras entre los primates humanos y el resto de fauna del planeta.

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Fotografía de Bing Yang et al.

En el caso de esta entrada, es una actividad que realicé durante el curso de Especialización en Biología y Comportamiento de Primates organizado por la gente de IPRIM. Os recomiendo seguirles en las redes sociales, tanto a ellos como a fundación MONA, si estáis interesados en formación e información de ese orden de animales tan maravilloso al que pertenecemos que son los primates. Como en otras entradas del blog, os animo a seguirlo en las redes sociales del blog: Facebook y Twitter, que me permitirá tener mayor alcance con esta herramienta divulgativa. Como siempre, encantado si participáis en los comentarios. Nos leemos!

Artículo original: Bin Yang, James R.Anderson y Bao-Guo Li:»Tending a dying adult in a wild multi-level primate society».Current Biology 23 de mayo de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2016.03.062

Chimpancé parasitado busca leopardo

Recientemente se ha publicado un artículo científico bajo el título «Atracción de chimpancés infectados por toxoplasma a la orina del leopardo» por parte de un grupo de investigadores del centro de ecología funcional y evolutiva de Montpellier. Normalmente la mayoría de animales, en caso de reconocer el olor de sus depredadores, huyen de la zona. Los chimpancés no son una excepción…y entonces ¿Queréis descubrir como es posible que esto lo produzca un parásito? Seguid leyendo:

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«Leopard», fotografía del usuario DaSchu (Deviantart)

Toxoplasma gondii es un protozoo que parasita, principalmente, a los felinos, que son su hospedador definitivo (donde el parásito alcanza su madurez). Sus hospedadores intermediarios (donde se desarrollan sus fases anteriores), sin embargo, van desde los roedores a las aves, pasando por los primates, incluido el ser humano. Así que cada vez que hable de hospedador intermediario, pensad en todos estos.

Resumiendo: El hospedador intermediario ingiere (1) el ooquiste (el «huevo»), el cual invade (2) a los glóbulos blancos (monocitos), que se extienden por el cuerpo vía sanguínea, permitiendo que se formen quistes de bradizoitos (3) en músculo y cerebro, que al ser ingeridos por el hospedador definitivo (4), se reproducen y son excretados en heces (5) en forma de ooquiste. Es ingerido y vuelta a empezar. Ambos hospedadores sufren la enfermedad conocida como toxoplasmosis.

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Hasta aquí todo correcto, pero aquí viene la parte interesante: Se sabe que Toxoplasma gondii hace que las ratas tengan reacciones más lentas, letargo, disminución del miedo…de hecho, produce cambios bastante más precisos: No afecta al miedo a los espacios abiertos o al olor de alimentos desconocidos…pero si afecta al miedo al olor de los gatos. Lo que normalmente les causa pavor, les atrae si están afectadas por toxoplasmosis: Las ratas son atraídas por la orina de los gatos. El mecanismo es aún bastante desconocido, pero se cree que el parásito aumenta los neurotransmisores que afectan a todo esto (como GABA). Se ha especulado con que podría ser una adaptación evolutiva del parásito: Si el gato atrae al roedor infectado por toxoplasma, se lo zampa: El gato come, y el parásito infecta al gato, continuando la diseminación de ooquistes.

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Rat on cat. Montaje fotográfico del usuario Danfantom (Deviantart)

Lo interesante es que cambios similares se han comprobado en humanos: Aumento de comportamientos de alto riesgo: Una persona infectada podría tener más probabilidades de suicidarse o ser atropellado. Y lo cierto es que T. gondii está bastante extendido, aunque su infección en humanos suele ser asintomática.

Pues bien. ¿Dónde están los chimpancés y los leopardos? Resulta que una bióloga francesa, Clémence Poirotte, decidió averiguar si esta relación existía en otras especies: Estudiaron 33 chimpancés en Gabon, 9 de los cuales estaban infectados por T. gondii. Y en lugar de usar orina de gato, usaron orina de diferentes animales: Leopardo (su depredador natural), tigre, león y hombre. Los chimpancés sanos exploraban más las zonas con orina humana y una vez explorada la orina de leopardo, se alejaban; mientras que los chimpancés portadores del parásito exploraban la orina de leopardo con asiduidad. El efecto no ocurrió con la orina de otros felinos, que no son depredadores naturales del chimpancé, siendo esto un cambio de comportamiento muy específico que sugiere que el responsable es el mismo que reduce el miedo de las ratas al olor de nuestros gatos domésticos; si bien, como apunta Jacques Bernard en los comentarios, aún es muy prematuro asegurar que el mismo mecanismo que ocurre en roedores y gatos es el que ha desencadenado los resultados en este estudio (La propia doctora Clémence habla de realizar este mismo estudio con los primates antes y después de ser infectados por toxoplasmosis).

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«Family Time at Gombe», fotografía de Anup Shah y Fiona Rogers (N)

Me pregunto si esto podría sugerir que el efecto que causa este parásito no apareció con la relación humano-gato doméstico, ¿podría ser muy anterior, e incluso que nuestros propios antepasados, antiguas presas del león de las cavernas y otros felinos prehistóricos, estuvieran también bajo los efectos de esta relación parasitaria tan fenomenal? Pero no me quiero meter en temas evolutivos. Como siempre, Nasua también está en las redes (facebook y twitter) donde comparto noticias, reflexiones e iniciativas de otros blogs y webs. Si os ha gustado el post, os sugiero amablemente compartirlo por las redes sociales! La divulgación científica y educación ambiental no es nada sin el boca a boca! Nos leemos, gente!

Bibliografía empleada

  • Toxoplasmosis, nuevos descubrimientos. Artículo publicado en National Geographic
  • Temas de Zoonosis IV. Edit. Asociación Argentina de Zoonosis. Capítulo 42.
  • Toxoplasma gondii hace que las ratas macho se sientan atraídas por los gatos. Joaquín Ventura García para Argos, portal de veterinaria
  • Induction of changes in human behaviour by the parasitic protozoan Toxoplasma gondii. J. Flegr, S. Zitková, P. Kodym and D. Frynta
  • “Latent” infection with Toxoplasma gondii: Association with trait aggression and impulsivity in healthy adults. Thomas B. Cook, Lisa A. Brenner et al.
  • Morbid attraction to leopard urine in Toxoplasma-infected chimpanzees. Clémence Poirotte et al.
  • A Parasite, Leopards, and a Primate’s Fear and Survival. Carl Zimmer en NYtimes

 

Reciclando móviles para ayudar al Congo

Seguro que has oído hablar del coltán. No quisiendo extenderme y convertir esta entrada en otro artículo más sobre este mineral, simplemente decir que el coltán es un mineral muy escaso, usado para hacer nuestros smartphones, tablets y demás aparatejos que tanto nos gustan. Las minas de coltán son pues una importante fuente de riqueza para el Congo, donde se sitúa el grueso de el volumen de este mineral a nivel mundial. El caso es que el Congo lleva desde 1997 sumido en guerra, con escasos periodos de paz, y uno de los principales motivos de este conflicto es el control de las minas de coltán, pues para conseguirlo, ciertos grupos armados han esclavizado niños, violado mujeres y diezmado pueblos enteros.

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Africa, R.D.C.- North Kivu, Goma. M23 rebel soldier patrols Karuba the last village before the frontline with government troops. Fotografía de ©Marco Gualazzini

Las guerras por el coltán han sido el conflicto bélico que más bajas ha causado tras la segunda guerra mundial. Sin embargo, también la fauna del Congo se ve enormemente afectada por este conflicto, siendo los Parques Nacionales y su explotación turística una de las principales fuentes de avance e ingresos para la población congoleña.

Fragmento del documental de «En Tierra Hostil» sobre este conflicto. Recomendable verlo entero en la web de Atresmedia

El estado actual de la legislación europea en este tema es que el Parlamento Europeo ha aprobado la enmienda 155, que en teoría obligaría a las empresas a identificar de donde provienen los materiales que comercian. Sin embargo, a día de hoy esto es solo un mandato, ergo que nuestros móviles estén libres de coltán obtenido de forma fraudulenta sigue sin estar garantizado. Esto es muy importante, ya que múltiples empresas de las grandes potencias mundiales han sido descubiertas con mayor o menor implicación en esto.

Posibles soluciones

De momento, una idea genial es adquirir móviles libres de coltán ensangrentado. Fairphone es una empresa que cumple ese cometido, además de fabricar un móvil modular, fácil de reparar por nosotros mismos, y que lucha contra la obsolescencia programada, es decir, con que tu móvil no se estropee solo en dos años para que compres otro (Más consumo, más basura, más demanda de coltán y sobre todo más dinero para los que los fabrican).

Sin embargo, lejos de ser una opción disponible para todos los bolsillos, y a falta de una legislación más estricta, creo que lo mejor que hacéis es reciclar vuestros móviles antiguos. Actualmente son varias las ONG y asociaciones que realizan esta labor en España. Entre ellas, destaca el Instituto Jane Goodall, que hoy celebra el día internacional del rescate de móviles, y de cuya campaña ya os he hablado en otras ocasiones; me autocito:

La campaña“Movilízate por la selva” del Instituto Jane Goodall, a la cual os remito, permite a cualquiera mandar su móvil de manera muy sencilla, o donarlo a un agente movilizador que se encargará del envío (Labor que realizamos en la asociación Avafes León en la facultad de veterinaria de dicha ciudad), sorteando apadrinamientos de algunos chimpancés rescatados en Tchimpounga, como Lemba. Y es que la explotación y la codicia del Congo no entiende de especies, y los gorilas de Virunga no son los únicos afectados. Las minas de coltán van agotándose, se requiere deforestar la selva para buscar más. La guerra y la disminución del hábitat afectan a todos los animales del Congo.

Son muchas las duras historias de chimpancés afectados por este conflicto, a los que podéis ayudar con el reciclaje de móviles. Enviando vuestros móviles de forma gratuita (En el caso de que seáis de León, os recuerdo que en AVAFES estamos participando en la campaña, y que podéis dejarnos el móvil y despreocuparos) podéis mejorar la situación de estos primates, además de ayudar enormemente a la población congoleña, mediante todo el trabajo que hace el Instituto Jane Goodall en el Congo. Además, obviamente, reduciréis la demanda de coltán, que es una gran medida para que se deje de especular con él. En caso de ser de un país que no sea España, informaos en la web del IJG de vuestro respectivo país, ya que esta es una iniciativa global.

En este tipo de iniciativas también participan otras asociaciones. Por ejemplo, también podéis colaborar enviando vuestros móviles a Fundación MONA, centro de rescate de primates ubicado en las cercanías de Girona, donde de nuevo, reduciréis la demanda de este mineral y ayudaréis a los primates de este centro, mediante el mismo sistema que para el IJG.

Si queréis saber más de todo el conflicto, además del citado episodio de «En Tierra Hostil», os recomiendo el documental Virunga, que habla del conflicto bélico del Congo desde el punto de vista del parque nacional de Virunga y de los gorilas de montaña que lo habitan. Por último, otro documental del canal Odisea que sintetiza muy bien todo esto:

Espero haberos dado ganas de colaborar un poco. Hay muchas formas de ayudar, la primera es difundir noticias como esta por las redes sociales, para que la gente esté informada de las problemáticas y las alternativas. Comunicar las soluciones es aún más importante que comunicar el problema. Habla de esto a tus amigos y familiares…Tal vez tu no tengas móviles viejos en casa, pero seguro que en casa de tu abuela, o de tu mejor amigo hay algún móvil metido en un cajón que será de gran ayuda. Si en tu ciudad no existe ningún punto de recogida, puedes plantearte hacer algo como lo que hemos hecho en AVAFES, y actuar como punto de recogida. No es necesario pertenecer a una asociación; habla con tu ayuntamiento, tu universidad o tu instituto, haz un buzón con una caja de cartón y un poco de imaginación, y autogestionadlo, que en mi caso soy yo quién realiza esta actividad en la universidad de León y no es para tanto! (El IJG os proporciona materiales para promocionarlo de manera gratuita).

Como en otras ocasiones, os invito a interaccionar por las redes sociales del blog (facebook y twitter), con «Me Gusta», «RT», «Compartir» y demás historias, lo cual aumentará mi capacidad para difundir este tipo de iniciativas. Espero que os haya gustado, y haber aportado un poco de luz.