El elefante que cruzó la carretera

Hace unos días saltaba la noticia: un escandaloso y gráfico accidente en la A30 dejaba a cuatro elefantes sueltos, mientras uno de ellos fallecía. La imagen es trágica y poderosa, y sin duda nos hace plantearnos la necesidad y futuro de los circos con animales salvajes.

Un golpe de realidad

Aún así, ya se ha comenzado a solicitar que estos animales sean requisados al circo y puestos en libertad, y algunos ya comienzan a lanzar soluciones como la de mandar a los animales a santuarios en la India o Tailandia, aludiendo a la urgencia dado que los animales están sobreviviendo a la intemperie —probablemente el momento de menos penuria que pueda tener un elefante de circo—.

Por muy idílico que pueda sonar esto, lo cierto es que a día de hoy no sabemos si el transporte o la tenencia de estos animales ha tenido algo de ilegal. De momento y por desgracia, se pueden tener animales en cautividad de estas especies de forma legal en España, y el trágico incidente podía haber ocurrido en cualquiera de los miles de intercambios de fauna silvestre que se realizan en nuestro país anualmente.

Mandar a los animales a santuarios idílicos en sus hábitats originarios es genial, pero no olvidemos que siguen siendo entornos cautivos, y por tanto se deben buscar soluciones a largo plazo y más realistas para estos animales, aunque no sean tan mediáticas.

Foto: Foto: @PoliciaAlbacete
Imagen del siniestro – Fotografía de la Policía de Albacete

Pocos santuarios y poca financiación

Parece mentira, pero aún a día de hoy hay que recordar que tras jubilarse del circo, estos animales están condenados a vivir en cautividad el resto de su vida, y no pueden vivir en libertad: lo único que se puede hacer es propiciar un entorno cautivo que les proporcione la mejor calidad de vida posible.

Probablemente sea más interesante invertir en los santuarios y centros de rescate que existen en continente europeo. Para empezar, solo existe un centro de rescate de elefantes en toda Europa, y acaba de fundarse.

Elephant Haven es el primer proyecto de estas características, siendo un centro especializado en acoger paquidermos venidos del circo, de forma similar a los felinos rescatados en España gracias a AAP Primadomus o los primates que aloja este mismo centro junto a MONA o Rainfer.

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Uno de los chimpancés rescatado por fundación MONA – Fotografía de Eugenio Fernández

Estos centros han sabido ofrecer a los dueños de animales salvajes una educación necesaria y una posterior salida para sus antiguos compañeros: en muchas ocasiones, este tipo de animales son cedidos, ya que no siempre es ilegal su tenencia, y los delitos suelen ser más bien por irregularidades o casos de maltrato.

Si se consigue la prohibición de los circos, lo más probable es que aunque se prohíba usar estos animales en espectáculos, su tenencia sea aún legal: recordemos que en España puedes tener demasiadas mascotas, por lo que estos animales normalmente se ceden con el visto bueno de los dueños y tras asesoramiento, no con hojas de firmas.

Así que mientras se exige que estos elefantes viajen a un lugar maravilloso o se pide la prohibición de los circos, tal vez sea interesante apoyar la labor de esta clase de centros, ya que aunque muchos animales son decomisados y por tanto del gobierno de España, las ayudas son ridículas.

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Elefante indio en circo – Fotografía de Y. Kochetkov

¿El papel de los zoológicos?

Como en todas las ocasiones en las que salen estos temas a la palestra, los zoológicos y circos se unen en una amalgama de «mala cautividad» desde ciertos colectivos, pero tal vez sean la solución más realista ante este problema…aunque a algunos no les guste.

Dejando el complejo debate alrededor de los zoológicos, tal vez estos centros deban comenzar a hacerse cargo de estos animales, que aunque no son aptos para programas de conservación —ni venden tantas entradas—, son especialmente interesantes para concienciar y entran dentro de las competencias de liderar el bienestar animal que debiera tener un zoo moderno.

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Elefante africano en Amboseli National Park, Kenya – Fotografía de Michael Lorentz

Son necesarias instalaciones especializadas en integración de animales, que tengan espacio disponible para alojar animales maltratados. Y lo cierto es que varios zoológicos ya realizan esta labor en nuestro país, algunos dedicando la gran mayoría de sus exhibiciones a alojar a animales de circos o de particulares.

Hace nada el zoo de Barcelona anunció que reduciría drásticamente las especies exóticas de su colección, y que sus instalaciones de elefantes albergarán a sus tres últimos habitantes.

Este tipo de cambios de paradigma en los zoológicos pueden servir de solución para estos animales. En contraposición a los casos de culling, o sacrificio de excedentes, el control de natalidad y la reducción de las colecciones zoológicas puede dar espacio a estos animales víctimas de la negligencia humana.

Un futuro interesante

En resumen, creo que el ocaso de los circos con animales está cerca: no aportan ningún valor educativo, consisten en obligar a los animales a hacer comportamientos antinaturales y su carácter itinerante hace imposible mantener las condiciones básicas de bienestar. Aunque esta fuera una de sus prioridades.

Pero hay que ofrecer soluciones reales para estos animales, lo que creo que pasa por fomentar la financiación y fundación de centros de acogida especializados, y de que los zoológicos comiencen a tener instalaciones pensadas para acoger animales de circos y particulares, y no solamente para albergar a las crías de los linajes ya cautivos; de hecho, sería interesante ver una mayor intervención en este debate de profesionales relacionados con el mundo de la cautividad animal en contra de los zoológicos.

Aunque muchos centros actúan con hechos —acogiendo animales—, lo cierto es que el silencio puede reforzar la idea de que zoológicos y circos pertenecen al mismo arcaico concepto…algo en lo que estos centros se juegan el valor que puedan tener para la sociedad actual.

Y vosotros. ¿Qué opináis? ¿Son los zoológicos parte de la solución? ¿Deben acabarse ya los circos? ¿Qué pasará con los elefantes del circo Gottani? Nos leemos!


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Las sombras tras «el vínculo»

En una época donde la sensibilidad con los animales se hace cada día con más ciudadanos, también he visto como aflora un deseo hacia lo que yo llamo «el vínculo». Nos encantan los animales, sobre todo los salvajes: Son criaturas increíbles, muchas veces exóticas y escasas, y son una muestra de lo único que es nuestro planeta y del proceso evolutivo que las ha ido moldeando hasta hoy. Probablemente sea esto lo que nos invite a interaccionar con ellas, por muy mala idea que esto pueda llegar a ser.

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Fotografía de Katerina Plotnikova

Y es que de eso hablo cuando digo «el vínculo»: Esa necesidad imperiosa que tenemos por «interaccionar» con los animales. Ya sea para sacarnos un selfie o mirarlas a los ojos esperando alguna especie de conexión espiritual.

Más allá de ese interés que suscitaron los zoológicos hace años en occidente, ahora nos importa más el bienestar de los animales y de ello han surgido muchas «interacciones» con animales que aparentan ser menos dañinas que una casa de bestias (el concepto antiguo de zoológico) pero que muchas veces son todo lo contrario, ya no hablamos tanto de exposiciones museísticas de animales, hablamos de antropomorfismo: Pensar que si a nosotros nos encantaría darle un abrazo a un tigre…¿Cómo va a ser estresante para él? 

Cada vez vemos más programas de televisión que fomentan este tipo de conexiones, muchas veces con buenas intenciones y con un balance «positivo», pero que retroalimentan este rollo de lo guay que es tocar animales.

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Fotografía de Katerina Plotnikova

Primeramente, hablando de los zoológicos, yo mismo he participado como cuidador voluntario en interacciones donde yo marcaba los límites, y tengo sentimientos encontrados: En general, es innecesario e incluso peligroso juntar a animales salvajes y personas, si bien existen unas condiciones bajo las que creo que puede ser beneficioso; las cuales son tener como prioridades el bienestar de los animales, el objetivo divulgativo y la seguridad de las personas.

Por ejemplo, el contacto con serpientes inofensivas bajo unas pautas permite que sobre todo los más jóvenes se lleven un grato recuerdo y aprendan sobre estos animales, en especial que no deben tener ese concepto de alimañas que aún permanece a día de hoy en las zonas rurales.

Por desgracia, existen muchos lugares donde estas interacciones tienen como único objetivo el beneficio económico. Aún a día de hoy se pueden encontrar en España casos de este tipo, como centros donde puedes acariciar crías apartadas de sus madres sin ningún control o felinos con una correa, como el caso de la siguiente fotografía, donde podría haber elegido una de las cientos de fotos que tienen los visitantes con el animal mucho más idílicas, pero no quiero poner aquí rostros de gente que ha visitado el lugar equivocado:

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Ocelote en el zoo de Castellar – Tripadvisor

El turismo en países exóticos es el que más se ha aprovechado de estas situaciones, en lugares muy alejados del respeto al bienestar animal que debiera tener un zoológico en el siglo XXI. Hace unos años eran los macacos haciendo trucos o para hacerse fotos (y a día de hoy sigue siendo así), pero en esta misma dirección de maquillar de amor hacia los animales a la explotación animal también han proliferado falsos «centros de rescate» donde puedes tener tu momento mágico acariciando a un león en Sudáfrica o bañando a un elefante en Indonesia.

El problema es que es puro marketing y muchas veces esto solo nutre negocios como la caza enlatada bajo una fachada de «altruismo». Otro ejemplo es el famoso «Templo del Tigre», hasta hace poco idílico lugar donde monjes y tigres convivían para disfrute de los turistas, y donde se descubrieron decenas de cadáveres de tigres congelados.

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Monje interaccionando con tigres – donaldandcathy.typepad.com

Otro punto que me apasiona es el uso de interacciones como gancho para biólogos y veterinarios (y sobre todo alumnos) interesados en formarse en fauna silvestre. Pocas veces está justificado, y sin embargo muchas veces parece que el objetivo es triplicar el precio de cursos con carencias formativas a cambio de un «book» con animales salvajes, que aunque muchas veces están bien cuidados (y por eso no voy a poner enlaces, porque desconozco cada situación como para criticarla directamente), creo que muchas veces lo único que se fomenta con esas cosas es nutrir estas necesidades de interacción y sacar dinero de ello.

Como es mi tercer año organizando cursos de este tipo en AVAFES, me toca especialmente la fibra, cuando veo programas de una calidad muy inferior a la de nuestros cursos, pero que cuadruplican el precio de estos. Y es que una cosa es formarse y otra muy distinta es hacerse fotos. Aprovecho para hacer «publi», hay AVAFES en las facultades de veterinaria de buena parte de España en la que los alumnos trabajamos mucho por sacar cursos, y se cobra únicamente para suplir los costes de organización, y los escasos beneficios se reinvierten en nuevas actividades más económicas. Seguidnos si queréis formaros de forma económica!

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Fotografía de Katerina Plotnikova

¿Y por qué esta necesidad de interaccionar y toquetear a los animales no es buena? Lo primero porque en muchas ocasiones la interacción entre el ser humano y la fauna salvaje es peligrosa tanto para personas y animales, y de hecho, al año se producen cientos de casos fatales por gente que decide que es buena idea acercarse mucho a animales salvajes tanto en su medio natural como en cautividad.

Y lo segundo, porque fomentamos esa «maravillosa» idea de que los animales salvajes y las personas son un buen tandem, y fomentamos el mascotismo de especies salvajes, que mueve uno de los mayores tráficos ilegales del mundo, del que son víctimas miles de animales al año, muriendo la mayoría en condiciones de transporte horribles, y sobreviviendo unos pocos de los cuales la mayoría acaba viviendo una cautividad mucho más horrible de la que estamos acostumbrados a denunciar.

Es una lástima ver como creemos que una foto en blanco y negro en un zoológico significa que el animal está triste, pero un tigre sentado en un sofá es super feliz porque la foto es a color y el «dueño» sonríe y abraza al animal. Es ignorancia pura que perjudica enormemente a estos animales.

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Oso grizzly humanizado – Fotografía de Caters News Agency

Y es que a día de hoy se sigue sin poder conocer el pensamiento de los animales en toda su complejidad en cada situación, y al igual que no podemos caer en tratarles como objetos, tampoco podemos proyectar nuestros deseos y sentimientos en ellos, pues no les haremos ningún favor idealizando las relaciones entre primates humanos y el resto de las especies de nuestro planeta; y es que muchos tienen imágenes demasiado cercanas a algunas de las que ilustran este artículo (me refiero al trabajo artístico de Katerina Plotnikova). Con esto no quiero decir que todas las interacciones sean horribles ni que no se pueda sacar uno fotos con animales salvajes. Pero creo que hay que dar una serie de «normas morales»:

  • Pregúntate por el objetivo de la interacción, ya no el que tenga quien la está ofreciendo; pregúntate si te aporta algo a tí más que un montón de likes en facebook.
  • Pregúntate si puede suponer estrés o un peligro para el animal o para tí.
  • Si estás interesado en hacer voluntariados, prácticas o trabajar con animales salvajes, lo primero piensa que lo normal es que no toques a los animales. Y sobre todo, investiga sobre los centros a los que quieres ir, si en verdad son sitios que trabajan por los animales o por contra son sitios en los que usan a los animales como reclamo para un «voluntariado» en el que debas pagar.
  • Si te estás formando, pon prioridad a la calidad de las ponencias antes que a hacerte fotos con animales o tocarlos.
  • Si trabajas con animales salvajes, esta bien compartir tu trabajo, pero ten en cuenta del impacto que puede tener, un «foto de ámbito laboral, los animales salvajes no son mascotas!» nunca viene mal.

Creo que además, en muchos casos estas interacciones, a pesar de ser beneficiosas para la divulgación la conservación (me viene a la cabeza Kevin Richardson o el propio Frank de la Jungla), deben ser evaluadas desde ambos puntos de vista y actuar en consecuencia, es decir, si las interacciones con animales pueden ayudar a la conservación, creo que sus autores tienen también la responsabilidad de contar la otra cara y ser activistas contra la idealización de las relaciones entre humanos y personas (En este caso, ambos hablan de ello en mayor o menor medida).

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Kevin Richardson interaccionando con un león – Fotografía de Adrian Steirn

Recalco: No estoy condenando todas las interacciones con animales, pero actuemos con cabeza y pensemos que nos aportan a nosotros y a ellos. Los animales salvajes no necesitan relacionarse con el ser humano, y la mayoría de interacciones tienen como resultado más probable el estrés del animal. Si estás interesado en trabajar con animales salvajes, que no sea por tocarlos, que sea por protegerlos. Y apoyad a los centros que fomenten la conservación y el respeto a la fauna salvaje, ya sea sin interacciones o usando estas como una herramienta divulgativa que respete a sus protagonistas: Con el resto, no perdáis ni el tiempo ni el dinero. Como siempre, gracias por leerme y os enlazo a las redes sociales del blog: facebook y twitter. Se agradece la difusión, cuyo único objetivo es divulgar sobre estos temas!

 

Tordesillas y la perpetuación del medievo en el siglo XXI

Comienza Septiembre, y como cada año, el medievo vuelve a nuestro país para el horror de la mayoría de España. Vuelve el «Toro de la Vega» en Tordesillas, ese festejo taurino en el cual decenas de lanceros se dedican a acosar a un toro hasta la muerte.

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Monumento a los encierros de Pamplona. Fotografía de Javier Perez Omeñaca

Voy a hacer tres declaraciones antes de hablar del tema: La primera es, que como estudiante de veterinaria, en mi facultad he tenido la oportunidad de escuchar y estudiar la «otra versión de la tauromaquia» y he llegado, en algunos momentos, a entender y respetar ciertos matices de esta. La segunda cosa que debor aclarar es que, a pesar de que en ocasiones simpatice con el movimiento animalista, en otras cosas discrepo bastante, ergo no me considero «animalista», por ello voy a hablar con el corazón, pero también con rigor científico y conociendo «la otra versión».

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Toro de Lidia. Fotografía de Vivas

Por último, si bien, tanto estas dos visiones como algunas de las frases que pueda escribir puedan parecer, en ocasiones, simpatizar con el movimiento taurino, no es para nada así. Detesto la tauromaquia, y cualquier actividad lúdica basada en el sufrimiento animal; y creo que a pesar del ejercicio de empatía que estoy haciendo al escribir, se va a notar en cada párrafo mi desagrado, pero si no fuera así, espero no recibir comentarios del tipo «no se como puedes defender que los toros son arte» o cosas similares, porque ciertamente habrán cometido un error de compresión lectora (o habré pecado yo al expresarme). Dicho esto, hablemos del Toro de la Vega.

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Foto sin autoría conocida

Siempre he intentado, en estos temas tan polémicos, intentar un ejercicio de empatía y comprensión de las motivaciones con el bando contrario; puedo entender que la «lucha» (en total desventaja para el animal, especialmente por las intenciones de ambos contrincantes) de toro contra hombre pueda resultar poética para algunas personas, junto al riesgo que acarrea a la vida del torero (pagado y voluntariamente en el ruedo, a diferencia del toro). Puedo entender que la estampa del toro, la decoración de los trajes, el movimiento del capote y el ambiente en general, puedan, en algún sentido, evocar algo con una finalidad estética o incluso creativa. Pero nunca entenderé que detrás de todas esas afirmaciones que pudieran ser razonables, se encuentre en última instancia la justificación del sufrimiento como arte. Nunca entenderé la justificación del maltrato animal para fines lúdicos como cultura.

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Aguatinta taurómaca de Picasso

Existen actividades relacionadas con la tauromaquia en las cuales el dolor no es necesario (Si bien, como aclaro en los comentarios, creo que ningún espectáculo taurino está libre de estrés, y por tanto de sufrimiento para el animal. Creo que el paso al toreo sin sangre sería un avance, pero que sin duda el ocio a partir de la explotación de animales como festividad nacional debe extinguirse). Actividades como el «recorte», consistente en realizar piruetas para esquivar al toro, entablan muchos menos riesgos y sufrimiento para el animal (No así para la persona, pero bueno, accede voluntariamente a este tipo de actividades). ¿Por qué no se apuesta por una tauromaquia menos lesiva, en un intento por calmar el movimiento popular en contra del maltrato animal, con las crecientes cancelaciones de eventos? ¿Por qué no se mejoran las condiciones de transporte de estos animales, uno de los momentos más estresantes para el animal debido al poco reglamento en este ámbito? Y podrían sumarse unos cuando «porqués» más a este tema.

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Recortador. Fotografía de Terra de Bous

¿Por qué es estrictamente necesario que el animal sangre, sufra y muera? ¿Es la muerte parte del «arte»? Creo que esta tozudez por la permanencia del maltrato animal en la tauromaquia lo único que consigue es atestiguar que la esencia de las actividades taurinas es el dolor y no el «arte» del que tanto habla el sector taurino. Creo que además, será su tumba, pues a la tradición solo le queda renovarse o morir, apostar por un toreo más valiente y más digno para el animal, o sentenciar a todos aquellos que viven del sector taurino. Si tanto importan las miles de familias que viven de los toros, creo que una renovación del sector es vital, más que repetir las palabras «arte», «tradición» y la clásica frase de «Si no te gusta, no vayas a los toros!». Debo aclarar que ninguna actividad taurina, incluyendo las que no dañan al animal, es de mi agrado, pero si creo que la mera prohibición sería un error (No de los ejecutores de dicha prohibición, pero si del sector taurino por negarse a dar un paso adelante y dejar atrás el maltrato).

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Juan José Padilla. Autoría desconocida

Hablando del dolor, y metiéndonos brevemente en algo más científico, desmintamos ya ese mito de «que el toro no sufre», y que incluso ha sido apoyado por estudios científicos de facultades de este país (Terreno pantanoso cuando un alumno intenta desmentir estudios de doctores en un párrafo, pero bueno, quiero pensar que intento desmentir las interpretaciones libres que le han dado las revistas de tauromaquia y no los conocimientos de gente con años de experiencia). Las betaendorfinas que libera el toro durante el ruedo pueden ayudar a reducir el dolor, pero ni lo eliminan, ni son exclusivamente segregadas como reacción al dolor (existen decenas de causas que ocurren durante la actividad taurina y que desembocan en estrés y dolor para el animal). Si se quiere defender la tauromaquia, que no sea intentando alegar que el toro no siente dolor porque es un animal mágico. Este documento de la doctora Susana Muñoz aclara bastantes más cosas.

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El Quite (1897) de Enrique Simonet.

Y antes de entrar en el toro de la Vega, vayamos a otra potente excusa. «El toro de Lidia se extinguiría». Lo primero, se debe potenciar la dehesa y el toro de lidia como bien de interés turístico más allá del interés taurino. Si esto no resulta, la pérdida de una raza (si se le puede llamar raza, básicamente es un conjunto de animales muy heterogéneos con mal genio, buena cornada y fuerte musculatura, pero muchas veces hablar de raza es bastante relativo) creada por el hombre con este objetivo no debiera preocuparnos más que la extinción de especies enteras. En mi opinión, si el toro de lidia se «extingue», será porque el sector taurino no quiso adaptarse al siglo XXI, no por la maldad de la sociedad.

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Entrando ya en el «Toro de la Vega», creo que los propios amantes de la tauromaquia debieran de sentir repulsión hacia el evento taurino de Tordesillas (Y de hecho, cabe destacar que numerosos taurinos han declarado que no consideran lo que ocurre cada año en Tordesillas como «evento taurino»). Y no es para menos. La tradicional «lucha del hombre contra la bestia» se reduce a cientos de personas, a caballo, con lanzas, persiguiendo y acorralando a un animal hasta la muerte. Dentro de la repulsión que me pueda causar cualquier evento taurino, sin duda la «tradición» de Tordesillas es el culmen de la falta de empatía y el sufrimiento.

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Toro de la Vega 2013. Fotografía de William Criollo

¿Qué cultura hay en que cientos de personas se dediquen a perseguir a un animal cual pandilleros? ¿Que arte hay en hacerle tropezar y arrastrarse por el suelo hasta la muerte? ¿Qué belleza puede existir, dejando el maltrato animal de lado, en el dantesco espectáculo que avergüenza a toda España? Y sobre todo ¿Por qué seguimos permitiendo que esto exista?

Torneo del toro de Vega, en Tordesillas Valladolid. 14 septiembre 2010. Foto: PACMA HANDOUT/RESTRICTED TO EDITORIAL USE / NO SALES/ NO ARCHIVES
Torneo del toro de Vega, en Tordesillas Valladolid. 14 septiembre 2010. Foto: PACMA

Solo nos queda la mejor excusa de todas, y es que «es tradición». Estoy totalmente de acuerdo en que los habitantes de Tordesillas, y los defensores de este tipo de actividades, se dediquen a perpetuar actividades por el mero hecho de que son tradición. Espero no perderme este año las decapitaciones y quemas por brujería en Tordesillas. Es de risa pretender defender algo porque lleva cientos de años haciéndose. El toro de la Vega deberá renovarse tarde o temprano, o mejor dicho, extinguirse. La cuenta atrás continúa. Los últimos defensores de esta brutalidad, digna de las mayores barbaridades medievales, deberán decidir si ser los últimos monstruos en defender esta actividad hasta su cese por la presión popular, o dar el paso, e intentar salvar sus tradiciones, pero eso sí, sin utilizar el dolor de un animal como espectáculo circense.

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Fin del toro de la Vega

Y es que cansa y duele, que mientras se siguen realizando enormes avances por el bienestar de los animales, mientras se sigue investigando para mejorar la vida de nuestras mascotas, de nuestro ganado y de la fauna silvestre, sigamos perpetuando el maltrato animal como un arte. Dejando el debate de los derechos de los animales de lado, avanzar y asegurar el bienestar animal y garantizar en menor sufrimiento en cualquier actividad que los incluya, es el único camino a seguir, y mientras sigamos dando carta blanca a la tauromaquia, seguiremos pareciendo un país con legislación y moral medieval a ojos de muchos.

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Toro amarillo. Miguel Angel Garcia Blanca

Si os interesa saber más sobre la ciencia detrás del bienestar animal en la tauromaquia, una buena opción es visitar AVATMA (Asociación de veterinarios abolicionistas de la tauromaquia y del maltrato animal), que cuentan con bastantes recursos sobre el tema. Apoyar los movimientos en redes sociales o divulgar este tipo de artículos son otras herramientas para ello; y también apoyar la campaña «Rompe una lanza» de la asociación animalista PACMA, que realizará una manifestación el 12 de septiembre en Madrid. Como siempre, se agradece que compartáis el post y sigáis el blog en redes sociales para darle mayor difusión. Un saludo